lunes, 29 de junio de 2009

Mala impresión

En Argentina hubo elecciones. La democracia, sistema de gobierno tan vapuleado, mujer tantas veces manoseada, estaba en movimiento manifiesto.
Los gendarmes, con largasfriascrueles armas en la espalda, trasladan las urnas. Vigilan todo por seguridad (?).
Sabido es que el hombre es hijo del rigor y padre de la estupidez.

(Lamentablente el buscador de imágenes de Google no arroja fotos correctas para la suma de los siguientes término: "gendarmería"+"elecciones"+"urnas"+ "democracia")

90 kilómetros por hora en calle de ciudad



Corro. Acelero hasta pasar el Fiat que parece andar distraido por medio de la calzada. Los autos que vienen de frente me encandilan pero las dos líneas amarillas me resguardan de que no se vengan encima. Lo pasé. Acelero porque allá al final el verde me incentiva.
Por la izquierda queda atrás un Ford Taunus y casi al mismo tiempo, a mi derecha, una bicicleta. Bicicletas no deberían haber, o deberían tener su calle aparte, estorban; más aun si me insultan cuando les paso cerca: para llegar al verde.
Lleva tiempo encendido, parece que no voy a llegar, por las dudas acelero, está frío, las piernas, qué mirás pelotuda, cómo no tengo una moto más grande, vamos, dale, dale que cambia. Piso poso, y eso me hace trastabillar. Cambió.
El semáforo está en rojo. El hombre de la moto insulta dentro de su casco, si no hubiese tenido que esquivar la bicicleta o si al menos la hubiera obligado a tirarse a un costado, el hombre hubiese podido pasar. Ahora tendrá que esperar 30 segundos.
La cosas nos ven pasar.

martes, 23 de junio de 2009

Justo a tiempo...



Dedicado a esa facción de la Iglesia
que entiende la religión solamente
como un templo edilicio y moral.


Hoy la iglesia se retractó...
-¡Claro! Es verdad que la Tierra gira alrededor del Sol- dijeron.
-Sí, debemos pedirle perdón a Galileo por tanto juicio y persecución de la Inquisición. Y pensar que se salvó por un pelito de la pena capital, debemos pedirle perdón- dijeron todos, de forma unánime y seguros, ahora sí, de su equivocación. Alborotados y alegres.
-¡Llamen a Galileo, tráiganlo!-dijo uno.
-Lo lamento señor, temo comunicarle que murió- dijo uno desde el fondo tímidamente.
-Ah.. qué pena. ¿Hace mucho?- extrañado.
-Unos cuatrocientos años exactamente, señor.
-Bueno... entonces pongámosle una estatua en los jardines, Dios sabrá entender que en estas cosas más vale estar seguros que cometer un error.


Mi viejo decía que el tiempo que se tarda en reconocer un error es una medida de soberbia. Quizás llegando el 2409 puedan entendernos. Hasta la fecha... juzgarán.

lunes, 22 de junio de 2009

Aferrarse al pasamanos...


Mi abuela tiene 70 años. También tiene celular, novio y entradas semanales al boliche de la tercera edad. No sabe usar internet pero ya no se asombra con él, nos acompaña en la charla y da su voz cuando ella tiene relevancia.
Me imaginé que a más de la mitad de mi vida me cambiaba de país. Solo. Y otra vez, yo que había logrado manejar absolutamente todo, tener que volver a aprenderlo. Usos, costumbres y cosas del buen o mal gusto... y la admiré.
Admiré a la vieja por esa capacidad que tiene de hacer propio este mundo ajeno. Un mundo dominado por la efervecencia y no, por la plenitud.
Ahora, en este mismo momento, ella se está acostando. Ha tomado sin embargo su "pastillita" para dormir: nosotros apagamos todas las luces pero le parece que queda prendida una, al fondo, muy al fondo que no quiere apagarse.

viernes, 19 de junio de 2009

¿Segunda polaroid?


Otra escena. La noche es el tiempo y una vereda cualquiera, el espacio. Para darle vida decimos que esta vereda costea la calle 9 de julio y, para ser precisos como nos gusta a todos, son las 22:35 pm. Hace frío. También adentro del Fiat 600.
Afuera. Todos llevan abrigo. Una mujer de bufanda pasea a otra pequeñita, parece que la ha sacado a caminar, un paseo algo crudo. La lleva con mucha delicadeza y la guía por las partes de la vereda que no están rotas. ¡Qué preciosismo cargan esas manos con aquella vida! Madre, mujer, madre. Podría ser padre también, pero acá caminan una madre y una hija.
Ella ha detenido su paso en medio de la vereda para tomarla del brazo "No vaya a ser que se resbale, o... no vaya a ser que se golpee, no vaya el mundo a dañarla, no vaya... no vaya a...".
Yo paso en el Fiat 600 por detrás:
...y observo cómo la cuida del mundo esa hija a esa madre que en su joroba aloja el llamado del tiempo.

Pintura: Diego Rotalde http://diegorotalde.net/vitae/

jueves, 18 de junio de 2009

Los niños sonríen



La plataforma 57, en la terminal de colectivos de la ciudad de Mendoza, se llena de gente a eso de las 18:35. Todos vuelven.
Una larga fila espera desde hace 2o minutos en silencio en medio de esa lluvia grave que es el omnipresente ruido. Pablito y sus papás están primeros en la fila. Pablito y el hermano lloran a gritos, tan persistentes como la gota que orada la roca pero ellos, los oídos. La gente se contiene.
Derrepente los dos callan al mismo tiempo y en el silencio queda vibrando el llanto. Los dos:
-¡Mirá papá!- señalan los hermanitos, y toda la fila voltea para ver presos del asombro infantil- ¡Un avión papá, un avión!
Los 20 en hilera voltean nuevamente hacia la nuca del que sigue, se sienten embaucados: "Nada nuevo, el colectivo que se retrasa, la gente que te choca, los pendejos que lloran y daría cualquier cosa por estar en casa mirando la televisión".
Los niños sonríen.

martes, 16 de junio de 2009

¿Detrás del silencio?

Enfermo. 72 horas de reposo. Gripe. 72 horas en busca de distracción. No sabemos convivirnos. Me miré al espejo y no encontré al estudiante de letras, encontré un despojo de hombre con nariz roja. Cuando Internet, por inmediato e inabarcable, me aburrió me di cuenta que ese era yo: uno en busca de distracción ¿Qué queda para nosotros? ¿Qué queda DE nosotros cuando no somos para los demás?

¿La verdad de que somos chiquitos?

¿El susto de que todo sea un sueño?

domingo, 14 de junio de 2009

¿Título?

Una mujer escribe en mi computadora, me da la espalda. Es ella y sus palabras. Yo en este momento soy las mías. La miro desde atrás y escribo, la espío de forma pública. Si pudiera compartirle mi pobreza de palabras, mis adjetivos de cartón; si ella supiera que ando mojado y en invierno cuando le ato chapas con alambre a esta casucha de cristal, y sólo para decirle que la amo sin decirlo o soñar simplemente que le digo más.